Will higher wages hurt the economy and lead to unemployment?

At first, the workers in our film were most concerned with dignity and respect in the workplace. They asked for very modest raises, and the assurance that everyone in the shop get basic minimum wage and overtime. But the Hot & Crusty struggle was a prelude to the Fast Food Strikes, a New York City phenomenon that quickly spread across the country, calling for $15 an hour and a union for fast food employees. Realizing their collective power, service sector workers everywhere are now daring to dream bigger.

This nationwide push for higher wages has generated a fierce debate, with conservative think tanks like the Heritage foundation reporting that higher wages will lead to job loss. However, the Heritage Foundation has a history of releasing questionable reports, many of which are laid out elegantly in this article. Many mainstream economists like the ones at the Federal Reserve Bank of Chicago believe that a higher minimum wage will spur more spending, leading to more growth and more jobs, not less.

Berkeley economists recently concluded that a minimum wage hike in Oakland would 1) increase operating costs for retail by only 0.3 percent; 2) generate considerable additional income for low-wage workers that are likely to be spent on local businesses; 3) contribute to lowering turnover rate and thereby a more productive, efficient, and happier workforce.

And what about the argument that a wage hike will force businesses to replace service sector workers with machines? Nobel Prize-winning economist Paul Krugman doesn’t seem concerned. He thinks the “common sense” industries that rely on minimum wage workers “require the kind of flexibility that I think we’re still a few decades away from getting out of computers.”

¿Un alza en salarios le hará daño a la economía y conllevará a un mayor desempleo?

Al principio, la preocupación de las y los trabajadores en nuestra película era más que nada por la dignidad y el respeto en su lugar de trabajo. Pedían aumentos salariales muy modestos junto con la garantía de que todo el mundo en la tienda recibiera el salario mínimo y paga por horas extra. Pero la lucha de Hot & Crusty fue un preludio a las huelgas en la industria de la comida rápida, un fenómeno que nació en la Ciudad de Nueva York y se regó rápidamente por todo el país con exigencias de $15 por hora y un sindicato para las y los trabajadores de comida rápida. Ahora que ya ven la magnitud de la fuerza colectiva, las y los trabajadores del sector de servicios por doquier se están atreviendo a tener sueños más grandes.

Este empuje a nivel nacional por salarios más altos ha generado un debate feroz, con think tanks (grandes instituciones privadas de investigación o tanques de ideas) conservadores como la Fundación Heritage (Heritage Foundation) reportando que salarios más altos conllevarán a la pérdida de empleos. Sin embargo, la Fundación Heritage tiene un historial de publicar reportes cuestionables, muchos de los cuales están elegantemente desplegados en este artículo. Muchos economistas convencionales como los del Banco de Reserva Federal de Chicago (Federal Reserve Bank of Chicago) creen que un salario mínimo más alto resultaría en mayores gastos, conllevando a un mayor crecimiento y más empleos, no menos.

Unos economistas de Berkeley recientemente concluyeron que un alza en el salario mínimo en Oakland 1) aumentaría los costos operacionales para la industria de la venta al por menor en solo un 0,3 porciento; 2) generaría ingresos adicionales considerables para las y los trabajadores de bajos ingresos, los cuales probablemente invertirían en negocios locales; 3) contribuiría a una disminución de la tasa de rotación laboral y, como consecuencia, a un lugar de trabajo más productivo, eficiente y feliz.

¿Y qué tal el argumento de que un alza salarial obligará a negocios a reemplazar con máquinas a las y los trabajadores de la industria de servicios? Paul Krugman, el economista galardonado con un Premio Nóbel, no parece estar preocupado. Él opina que las industrias de “sentido común” que cuentan con trabajadoras y trabajadores a salario mínimo “requieren de un cierto tipo de flexibilidad el cual yo creo que todavía estamos a unas cuantas décadas de distancia de poder obtener en computadoras”.

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